Esta imprudencia demuestra una vez más (aunque no lo quieran reconocer), que ni las llamadas y cacaraqueadas certificaciones que se “hicieron” en cada una de las rutas que existen en este malogrado servicio público, no sirvieron de nada; porque el comportamiento de quienes manejan estos camiones urbanos en un gran porcentaje, sigue siendo el mismo o hasta peor que antes, ocasionando con estas actitudes negativas que perdure por más años este deficiente servicio público.
Tampoco han servido aquellos operativos que hace poco tiempo implementó la SEMOV dizque para “poner en cintura” aquellos choferes que no querían cumplir y ofrecer un eficiente servicio en el transporte urbano, operativos que duraron muy poco y que de nada sirvieron, ya que la mejoría en este servicio público, se encuentra a una distancia muy lejana.
En el transporte urbano, son muchos los conductores que en ellos, prevalece el mal trato al pasajero, especialmente hacia las personas de la tercera edad cada vez que ellos entregan al chofer sus trasvales a cambio del servicio que solicitan, también no se les quita la costumbre de circular a alta velocidad por las calles de su ruta o jugar carreritas con los mismos compañeros con el afán de vender más boletos y para ellos, es muy normal el fumar dentro de las unidades, sin dejar de usar el celular dentro de la unidad, entre otras anomalías que cometen estos señores que se han convertido por años en “reyes del volante y dueños de la ciudad”.
Y ya que hablamos de la mencionada Ruta Empresa, no alcanzamos a entender por qué el gobierno de Jalisco permite que se anuncie un incremento a nueve pesos en la tarifa del transporte público que ya fue aprobado para las rutas que operen en el modelo empresarial, porque no se han cumplido con las especificaciones para hacer los troncales, donde el plan y el proyecto, no se ha concretado, por lo que se pide al gobernador de Jalisco, se vete esta tarifa anunciada.
El incremento a nueve pesos representa una puñalada para aquellas personas que sobreviven con un salario menor a los cinco mil pesos mensuales, donde no les alcanzan los recursos para pagar la renta donde viven, los gastos escolares de sus hijos, comprar lo indispensable para la comida, pagar la luz y el agua, así como solventar los egresos del transporte urbano que los traslada a su jornada laboral y como remate, solamente pasa por su mente e imaginación, la canasta básica de alimentos que oscila entre los 10 mil pesos cada mes.
Según los especialistas, la certificación de los choferes que conducen estas unidades del transporte urbano de las 184 rutas que ya “están verificadas”, no debe de ser eventual para que se diga que el gobierno ya cumplió; sino que debe de ser constante y con seguimiento para ofrecerle al usuario una garantía de seguridad y un eficiente servicio público que se merece a cambio del pago de su boleto, porque no basta con aprobar las unidades en lo general; sino que lo más importante, es el chofer, forma parte, como complemento de este servicio y de la certificación.
