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El Barrio de Mezquitán considerado como el más antiguo y virtuoso

Guadalajara, Jalisco, a 18 de octubre de 2018, por Javier Lamas.- El Barrio de Mezquitán es considerado como el más antiguo y venerable de Guadalajara, fue un pueblo que se construyó en las tierras de Tonalá, villa que ante los embates de la modernidad que se ha encargado de desaparecer barrios populares en un dos por tres, no se raja ni se niega a morir, por lo que manifiesta su constante lucha por lograr su conservación y sobrevivencia.

Según la historia y para muchos que no sabíamos el dato, este lugar ya existía como asentamiento indígena, mucho antes de la fundación de Guadalajara y sus pobladores ya lo habitaban desde antes de la Conquista Española. Entre sus actividades para poder sobrevivir, ellos vivían del cultivo de la tierra y de la crianza del ganado al servicio de los españoles.

Sin embargo, casi desaparece la comunidad de Mezquitan a causa de la presencia de estos conquistadores entre los cuales había asesinos, bandidos y porque su desarrollo era muy pobre comparado con otros barrios. Pero al paso de los años se reubicaron de nueva cuenta y el 24 de junio 1885 por Decreto, Mezquitán dejó de ser un pueblo de indios, para convertirse en una localidad más de la ciudad.

Los límites de este barrio son: Calzada de Federalismo, avenida Enrique Diaz de León, Ávila Camacho y calle José María Vigil; sin embargo, según los habitantes de este barrio, anteriormente la Calle Jesús García era parte del barrio y para otros vecinos, los límites son unas cuadras antes de Enrique Díaz de León, pero todos concuerdan en Federalismo y Ávila Camacho. ¿A quién creerle…?

EL Barrio de Mezquitán que quiere decir “lugar de mezquites,” se ha dividido por las irrupciones de la modernidad y de las necesidades de la población, como es el caso del Panteón de Mezquitán que fue fragmentado a la mitad de su territorio, por la anterior avenida Munguía.

De acuerdo al libro titulado: “Comunidad Indígena de Mezquitán,” del autor Aurelio Torres Rodríguez, quienes forman parte de esta comunidad y del pueblo de San Sebastián de Analco, junto con el barrio de Mexicaltzingo, fueron los primeros pueblos de la actual Guadalajara.

En otra parte del contenido de este libro, se señala que en el barrio de San Miguel de Mezquitán el 24 de abril de 1792, el Juez comisionado empezó a hacer las medidas de las tierras que poseían y donde la iglesia nueva se comenzó a construir en el año de 1645, para terminar su edificación en 1733.

Según los datos obtenidos para la impresión de esta obra que consta de 152 páginas, la Comunidad Indígena de Mezquitán obtuvo en 1812, uno de los primeros repartos agrarios al disponer las Cortes Españolas que las tierras de este pueblo se midieran, dividieran y se repartieran en parcelas con 400 por 500 varas de extensión cada una. Pero, al establecerse el Estado Mexicano en 1821, los indígenas fueron despojados y la situación se empeoró, al elevarse a rango constitucional la llamada Ley de Desamortización que fue promulgada en 1859 por don Benito Juárez, quien declaró extinta la tenencia inmobiliaria de las corporaciones y de las tierras comunales de los pueblos indígenas.

En la actualidad, al paso de los años y pese a todas las adversidades que han sufrido sus habitantes, el populoso barrio persiste en seguir conservando su presencia e identidad, gracias a los rasgos y tenacidad de sus ancestros que provienen de años atrás y que vivían en viejas y tradicionales casas, en extensas huertas y corrales. En esta colectividad la mayoría de sus habitantes se caracterizaba cada uno de ellos por su humildad, sencillez y por ser gente trabajadora y noble, quienes al paso de los años iban tejiendo la herencia que nos legaron, con sus hábitos, costumbres y tradiciones que enriquecieron su propia cultura.

Ante el extenso desarrollo y crecimiento en su población y territorialmente, que ha tenido Guadalajara en las últimas décadas, este popular barrio se ha convertido en uno de los más emblemáticos, porque cuenta con múltiples negocios, oficinas, fachadas antiguas de sus viviendas, múltiples negocios, cenadurías, vecindades, talleres mecánicos, abarrotes, neverías y diferentes tipo de puestos de comida que abundan por doquier, como parte de su gastronomía en general. Pero desde luego, no podemos dejar de mencionar a las personas de la tercera edad que cobijados por el calor de hogar, ellos evocan en cada momento un recuerdo de los pasajes de su vida personal y de su estancia en este tradicional y populoso barrio de Mezquitán.

FOTOS: Javier Lamas.

 

 

 

 

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