Este fue el sorpresivo twiter que el presidente de la República envió en días pasados al pueblo de México haciendo alusión a la andanada de ataques de que ha sido víctima su gobierno ante el murmullo social de que los poderes fácticos que él llama opositores estarían fraguando desde distintos frentes, incluyendo desde el interior de las mismas fuerzas armadas.

    Y no es para menos, si analizamos con calma la cronología de los acontecimientos sociopolíticos que se han registrado en las últimas tres semanas, siendo el llamado “culiacanazo” el detonante de toda clase de especulaciones desatadas a partir del 17 de octubre a favor y en contra del Gobierno de México, donde todos sus críticos -que no son pocos- se convirtieron de la noche a la mañana en expertos en seguridad nacional.

    ¿Que si las acciones emprendidas por el Gobierno de la 4T está equivocando el rumbo?, ¿Que si el discurso está distante de la realidad que vive el país? ¿Que si los enemigos de México son precisamente los que siempre fueron favorecidos del sistema?, ¿Está fallando en México la política en materia de seguridad del gobierno federal? ¿Qué si se debe volver al esquema anterior de balazos en lugar de abrazos como lo pregona AMLO? ¿Que si el presidente está dividiendo más a la Nación? ¿Que si las cosas siguen así de polarizadas habrá golpe de Estado? Todas son interrogantes sociales, en especial la última, que muchos no quisieran ni siquiera imaginar.

    En materia de seguridad interior, el país está tambaleante es cierto, nadie lo duda, pero de ahí a que la sociedad no haya tenido suficiente con los más de 320 mil muertos y desaparecidos en los últimos 13 años a consecuencia de una estrategia contra el crimen a todas luces equivocada,  es algo difícil de entender. ¿Cuántos muertos más hacen falta?

    Pero ¿Acaso perdimos ya los mexicanos toda capacidad de asombro? Sin temor a equivocarnos, podemos asegurar que hoy por hoy el territorio nacional es un panteón clandestino. No hay pueblo del país que no se registre un crimen a causa del flagelo de la delincuencia organizada ¿Usted lo conoce? Yo no. 

    Con estas líneas no pretendemos imponer ninguna directriz del sentir y pensar de la población, pero sí deseamos sembrar la semilla de la duda en su mente ¿Estamos conscientes de la situación real de nuestro entorno social tanto en nuestra comunidad, municipio y nuestro Estado? ¿Si en verdad amamos a nuestro país, estamos actuando para que las cosas cambien o seguimos siendo simples espectadores?

Ante todo este panorama desalentador, debe haber una luz, y de hecho la hay: Dejemos de lado nuestras diferencias y ayudemos a remar a favor de la justicia y de la paz. Demos un poco más de tiempo a quienes tienen la difícil tarea de gobernar. Todo proyecto de gobierno que inicia tiene derecho a recibir de sus gobernados un beneficio, el beneficio de la duda ¿No cree Usted?